No precisaré los días
que en vano mis manos
fabricaban amaneceres
Si tu insondable mirada está ausente
no precisaré palabras
En el atrio de mis demonios
fui escatimando mitos
hasta perderme en el mohín solitario
de la ansiedad de mis dedos
Vi parir y morir horas en suicidios de días
el regodeo insaciable del que conoció la belleza
y deseó ser ciego de nuevo
y sucumbió a sus infiernos
para acercarse un poco más
al cielo

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