Se opacó la sonrisa de la mona lisa,
no hay encanto en ningún trazo abstracto
que tuvo sentido en tus brazos.
Los colores que plasmaste en mi intimidad sombría
los vestiste a contraluz de abismos,
naturaleza muerta impregnada de tristeza.
La mirada de tu adiós sobre el lienzo sin color,
la simetría de dos en los bosques de acuarelas,
caminos paralelos que se juntan en heridas y lágrimas
con tercera dimensión y alma propia.
Se enfría el café sin probar ni su aroma.
Se anuda el pecho,
en la profundidad gris del mañana sin ti,
me envuelvo en el óleo de tu olvido
en las líneas de dudas,
trazadas a sangre
de los que aman.

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